
18 Ago ABUELAS MIGRANTES
Esta semana en España, se ha celebrado el Día de los Abuelos. Un día que si bien no se conmemora y celebra en todos los países porque tiene que ver con la liturgia católica, bien tendría que ser recordado y no sólo mencionado cuando se habla de personas mayores. Para mí, las abuelas (aunque también los abuelos) son aquellas que aportan ese tipo de amor cálido que hace que cuando se vayan de este mundo terrenal, les sigamos recordando.
¿Cómo se cultiva el amor si sólo te veo una vez al año? ¿Cómo se transmite la experiencia si sólo te veo por una cámara?
Hoy, tenía previsto escribir sobre el Real Decreto 629/2022, de 26 de julio, por el que se modifica el Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, tras su reforma por Ley Orgánica 2/2009, aprobado por el Real Decreto 557/2011, de 20 de abril. Y sobre todos los cambios que traerá. Si quieres, puedes leer la entrada que ya publique “Nuevos cambios en la ley de Extranjería para el 2022” y esperar a la próxima semana🤭🫣 porque la entrada de esta semana, es mucho más personal.
La importancia de las abuelas

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El año pasado, en el mes de octubre, escribí la entrada de las lágrimas de las personas migrantes haciendo referencia a todas aquellas lágrimas, que derramamos en secreto y que tiene que ver cuando nos despedimos de nuestros seres queridos sin saber cuándo las vamos a volver a ver. Contaba un poco la historia de cuando me separé por última vez de mis abuelos en Barranquilla.
La palabra abuelo, viene del “antepasado de una persona”, pero cuando eres migrante y llegas a este país siendo niña, adquieres abuelas putativas, si las de tus amigas.
En mi caso, tuve la gran suerte de criarme con dos de ellas. Las abuelas de mis amigas, fueron durante el tiempo que yo necesitaba recibir el amor de una abuela, las mías. Y no quiero decir con ello, que yo no tuviera los míos, pero estaban al otro lado del mundo y aún no se tenían los medios tecnológicos para hablar todos los días, vernos online y estar al otro lado con sólo un clic.
Para mí, podía haber tenido la opción de envidiar la relación de mis amigas con sus abuelas, estaban (en ambos casos) viviendo una al lado de la otra, pero no, la generosidad de mis amigas (aun niñas) y de sus padres, fue que su familia de alguna manera se convirtió en la mía y ellas siempre era mis abuelas yo no las llamaba por su nombre, nunca lo he hecho siempre han sido eso “abuela”. Visto así, he tenido la mayor suerte del mundo, me he criado con mucho amor a pesar que no era el de sangre, y sus enseñanzas, también me acompañan en mi viaje de la vida🥹.
¿Y si eres abuela migrante?
Ahora que ya tengo la edad suficiente, para que esas dos mismas amigas (no las menciono pero sabrán quienes son) ahora tengan ambas hijas, veo la relación con sus madres, estas que ahora son abuelas, la mía con mi abuela, la de mi madre cuando llegue a ser abuela e intento pensar en la suerte que tendrá estas generaciones por tener cerca a sus abuelas.

No es la misma suerte, de mis otras amigas, las madres migrantes, quienes están criando a sus hijos como me crié yo, con abuelos desde la distancia, presenciando y celebrando los éxitos desde lejos y entendiendo que el tiempo de vacaciones no es oro por estar de descanso, sino porque es tiempo para generar recuerdos.
Una vez, hablando con una de estas amigas, me verbalizó su tristeza al pensar que su hija no podría disfrutar de la experiencia de los abuelos, y que al mismo tiempo era una cuestión bidireccional, puesto que ellos, tampoco la estaban viendo crecer. Me contaba su sentimiento de soledad, de tener apoyo, pero no generar los mismos lazos de crianza por estar en la distancia.
La transmisión de la cultura y el duelo migratorio
Hace tiempo escribí, hablando sobre el duelo migratorio, la importancia de exponer que está bien que sintamos que somos de dos lugares, porque en la perdida esta la ganancia, reconocer las emociones por “tener en la distancia a mis abuelos biológicos” pero haber ganado en amor por haber tenido abuelas “españolas”, que es necesario exponer todo el entramado emocional por el que transitamos las personas migrantes para que nos conozcamos y reconozcamos en nuestro sentir.
¿Es diferente cuando tienes una abuela migrante?
Lo cierto es que según el Banco Mundial, las mujeres ya son hoy más de la mitad de la población migrante y esto no sólo tiene efectos económicos, sino también sociales, culturales y determinan mucho la crianza de las generaciones.
Es decir, hay muchas abuelas que cuando son migrantes, también ejercen roles de cuidado, pero no directamente para sus familias, sino para otras, enviando las remesas a sus lugares de origen y manteniendo el rol de cuidado como cabeza de hogar.

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Aunque aquí ocurre algo a la inversa de mi historia, ellas crían a esos hijos putativos que por trabajo, cercanía o ausencia, sirven para paliar la emoción, el duelo y la frustración de no poder estar criando a sus hijos y nietos.
Otro dato importante, es que las abuelas migrantes, son una fuente fundamental de conservación de la cultura. En el artículo, de la BBC “Qué es el «factor abuela» y cómo ayuda a la conservación del español en EE.UU”.
La importancia del factor abuela
Sin duda, pone en valor, como desde la crianza se transmiten los valores culturales y para ello las abuelas de sangre o escogidas, tienen una labor fundamental, no visibilizada y que debería ser reconocida.
Son fundamentales para la identificación cultural, que en la infancia migrante es tan necesaria y no sentir que tienes ese “de aquí y de allá”. Si bien en el artículo se habla de ese “factor abuela”, esencial para el aprendizaje de otra lengua como el español, a mi ese mismo factor me ha servido para estar conectada con mis raíces colombianas y el mismo tiempo permitirme conocer la esencia gaditana (les recuerdo que si bien nací en Colombia, me he criado en Cádiz🤭).
He escrito esta entrada de blog, porque esta semana, se ha ido al cielo una de mis abuelas adoptivas, hace mucho que no la veía, pero recuerdo perfectamente la última vez que la abracé.
Para mi ella, significaba puchero, entrar en su casa sin ser invitada, el olor a la comida sanluqueña, los abrazos profundos y los regaños maternales.
Ni ella, ni su familia, sabrán nunca lo mucho que significó ese amor incondicional para una niña con doce años y que vivía sólo con sus padres, porque su amor, explicaciones maternales y risas al no entenderme, me llenaban el corazoncito. Ha abandonado este mundo terrenal con noventa años, años suficientes de historia, pero sobre todo de haber dado mucho amor ¡Buen viento y buena mar en el cielo!🙏🏽
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