Las lágrimas de las personas migrantes

Las lágrimas de las personas migrantes

Las lágrimas de las personas migrantes

Poco se habla de las lágrimas de las personas migrantes que dejan en las fronteras, no importa cuáles estas sean, aire, mar o tierra. Pero siempre hay lágrimas. Y no sólo de las personas que toman la decisión de irse, sino también de aquellos que les ven marcharse.

Lágrimas de consuelo, de incertidumbre, de esperanza, pero sobre todo las lágrimas de a quien dejas atrás. En las migraciones internas, quizás sea un poco más fácil, al final estás en el mismo territorio y es más fácil volverse a ver.

 

Pero las lágrimas de las migraciones internacionales son más complejas.

 

Todas las lágrimas están compuestas de un mismo material y son consecuencia de un efecto físico y por ello, las que vemos en los aeropuertos, en los aviones y en las despedidas, son las de un profundo dolor en el alma. Las de no saber, cuándo te volveré a ver.

Cuando vengo a Colombia, pero sobre todo cuando despido a mis abuelos, esa son exactamente mis lágrimas. La primera vez que viajamos en nuestro proceso migratorio fue 7 años después desde nuestra partida. Me había ido con 10 años y volví a una tierra que no conocía. Pero mis abuelos son como ese olor a café, esa tierra y sensaciones que no se olvida, la que cuando la vuelves a ver te preguntas por qué no lo hiciste antes.

Recuerdas que hay ciertos olores, sabores y conversaciones que no olvidas, crees que lo haces, pero en realidad las guardas en un profundo cajón de tu corazoncito, para que no hagan daño y las vuelves a sacar cuando es el momento adecuado.

A mí me pasa algo muy extraño, no me gusta madrugar, sinceramente no lo hago y lo evito a toda costa. Pero cuando estoy en Colombia lo hago sola, sin despertador, y siendo consciente que el tiempo que tengo es el único tiempo presente para disfrutar. Doy más, besos, abrazo más, me tomo más tiempo para desayunar, para escuchar, pero sobre todo para generar recuerdos que volveré a guardar en el cajoncito de mi corazón que me llevará a las raíces, al origen de todo cuando lo necesite.

 

Hay personas que abrazan y saben que lo harán por última vez, pero no porque quieran, sino por las circunstancias migratorias.

 

¿Quién piensa en las personas en situación administrativa irregular? Y ¿cuándo se le muere un familiar? ¿Cuánto tiempo puede llevar una madre que trabaje en el servicio doméstico como interna sin ver a sus hijos? Y ¿si sus hijos, habrán olvidado el olor de su madre, los abrazos?🤷🏽‍♀️

Es curioso cómo las personas intentan reconfortar a otras con la expresión: volverás el año que viene o todo es por un objetivo. Las lágrimas de añoranza, el dolor del alma, el desazón del desapego no entiende de objetivos, entiende de emociones y sensaciones, de las que no tienes cuando estás lejos de tus seres queridos😞.

Lo que a mí me pasa con Barranquilla es quizás muy difícil de explicar y más aún de comprender, yo ya no soy ni de acá ni de allá, este es el lugar donde yo nací, reivindico la movilidad humana y la creación de una identidad diversa y abierta al cambio, pero al mismo tiempo entiendo cómo el corazón se te comprime cuando dices un adiós y no un hasta luego.

Que todo el mundo cabe en el teléfono

Que no hay distancias grandes para nuestro amor

Que todo es perfecto, cuando te siento

Tan cerca aunque estés tan lejos

Sin bandera

 

La semana pasada fue el 10 de octubre el día de la salud mental y yo con está entrada quiero recordarte que las personas migrantes también tienen una.

 

La ausencia, el dolor y/o la nostalgia hacen parte del proceso migratorio, pero sobre todo que es legítimo tener un proceso de duelo, un duelo migratorio, al que se ven expuestas las personas migrantes por estar sometidas a situaciones con múltiples cambios y permanentes al mismo tiempo. 

Es más, es un duelo que se mantiene estando activo durante toda la vida migratoria de la persona, se haya muy relacionado con las vivencias en el país de origen y vinculado a las capacidades personales de adaptación y resiliencia. Todos los esquemas de la persona cambian.

 

¿Por qué no reconocemos el dolor emocional de la migración?

 

Hablar de migración y de datos demográficos, sociales, culturales…etc. es fundamental hablar de salud mental, porque a nuestra mano de obra barata hay que cuidarla, no vaya a ser que nos falte, pero, sobre todo, porque al hablar de personas, hay que hablar de salud.

Que está bien sentir que tienes una pierna en cada lugar, que está bien sentir que has perdido para ganar, pero sobre todo está bien reconocer tus emociones, para que cuando ya no puedas más, para cuando no tengas motivos por los que continuar, para cuando te falte el aire…puedas sacar tu cajita de tu corazoncito, recordar y cargar las fuerzas.

Parece ser que nos es más cómodo escuchar discursos de odio, racista y xenófobos donde se hable de la migración como una amenaza nacional, seguridad pública, peligro de actos terroristas, colaciones, robos, pérdida de puestos laborales ¡ah! También se aprovechan de las arcas del estado, recibiendo más ayudas económicas, sin olvidarnos de que hablamos de personas con nombre propio que emiten las mismas lagrimas compuestas de agua, proteínas…y sales🤨😉

Cuando hablamos de salud mental, parece surrealista ver lo importante que resulta el color de tu pasaporte, no solo por el acceso a esta, sino porque culturalmente cuando migras al parecer no tienes ni posibilidades para quejarte, porque estás mejor que a los que dejaste atrás y porque el dolor lo escogiste tú al marcharte.

Si el color del pasaporte no determina la calidad humana, si todas las químicas de las lágrimas tienen los mismos componentes, ¿Por qué parece que unas lágrimas valen más que otras?, ¿Por qué están prohibidas? ¿Por qué las obviamos?

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