Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: ¿celebramos o conmemoramos?

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: ¿celebramos o conmemoramos?

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: ¿celebramos o conmemoramos?

Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 

Hoy, no es un día de celebración, hoy es un día para recordar que la violencia contra la mujer es una pandemia social mundial. ¿Por qué seguimos agrediendo una y otra vez a quienes generan la vida, los cuidados y/o el sustento diario? ¿Por qué dañamos a quienes nos cuidan? 

Según datos publicados por la ONU, antes de la pandemia una de cada tres mujeres sufría violencia física o sexual, en su mayoría, por parte de su pareja. La situación se ha visto agravada además a raíz de la pandemia.

La situación en España no es menos deplorable, según la Delegación de Gobierno de España contra la violencia de género: las peticiones de ayuda a los servicios de asistencia a víctimas de violencia de género aumentaron un 61,56% pasando de 11.575 en el periodo del 14 de marzo al 15 de mayo de 2019 hasta las 18.700 en 2020.  

 

En el caso de la mujer migrante, como ya he expuesto en varios posts anteriores, la situación se agrava más. 

 

El Informe mundial de la UNODC sobre la trata de personas de 2020 es el quinto de su tipo encomendado por la Asamblea General a través del Plan de acción mundial de las Naciones Unidas para combatir la trata de personas de 2010.

  • La trata de personas en el mundo sigue afectando principalmente a mujeres y niñas con el 65 % de las víctimas identificadas. Sin embargo, información reciente refleja un aumento en los hombres y niños en comparación con el reporte anterior (35 % del total de víctimas identificadas). 
  • Los principales factores de riesgo que son aprovechados por los tratantes en el mundo, de acuerdo con los casos analizados son las necesidades económicas, la condición migratoria irregular, antecedentes de conflictos familiares, principalmente en casos de niños, niñas y adolescentes, y la generación de dependencia afectiva con el tratante como mecanismo de sometimiento. 
  • Los sectores en donde mayor ocurrencia de casos de trabajo forzado identificados son el trabajo doméstico, el sector de la construcción, los sectores de economías rurales como la agricultura, economías extractivas como la minería, el sector textil y los trabajos informales. 

 

¡Oh el servicio doméstico! Ese trabajo tan invisible, pero tan necesario, que no sólo sostiene la vida, sino que produce bienestar, en la entrada UN AÑO DESPUÉS DEL NI CONTIGO NI SIN TI, ya indicaba como este sector había sido el más expuesto a nivel mundial durante la pandemia y el menos reconocido.  

Ahora hablando de la violencia de género, trata de seres humanos, explotación laboral, también hay que hablar de cómo la mujer migrante con y sin documentación (aunque sin dudas las últimas más expuestas), se ven denigradas a sufrir agresiones sexuales en sus puestos de trabajo como parte de sus labores dentro del servicio doméstico.  

 

Según datos de la Fundación Irla en el 2019, el 10% de las mujeres que trabajan en el servicio doméstico son víctimas de acoso y abusos sexuales.  

 

La primera vez que atendí a una usaría y me verbalizó que estaba siendo agredida sexualmente, yo tenía 21 años, estaba recién salida de la carrera, ella de origen boliviano. Llegó un día la ONG en la que trabajaba buscando empleo desesperadamente. A la tercera sesión que mantuve con ella, me comentó porque tenía tanta urgencia.

El hijo de “los abuelitos” a los que cuidaba se metía las noches que él quería en su cama. Al principio lo amenazó con denunciarle, pero ella se minó cuando el comenzó a responderle que sería él quien la denunciaría por robo o cualquier otra cosa, que perdería su empleo y nadie más le contrataría.  

Ella, quien tenía tres hijos que mantener y uno de ellos con discapacidad en su lugar de origen, comenzó a aceptar las agresiones sexuales, las violaciones y la pérdida de autoestima, únicamente por seguir enviando dinero a sus hijos por lo que ella tanto estaba luchando. A lo largo de mi trayectoria como trabajadora social, he escuchado muchas más historias (desgraciadamente😢).

Nunca olvidaré las lágrimas de ella, su dolor, sufrimiento, el desamparo y cómo sentía que había perdido todo aquello por lo que se la reconocía como persona, mujer buena, digna para sentirse un trapo, la muñeca de otra personas a quien ni siquiera le soportaba el aliento.  

La garantía jurídica que tienen la mujeres residentes, nacionalizadas o las europeas, no las tienen la miles de mujeres migrantes que se encuentran en situación administrativa irregular, no acceden a los derechos básicos, porque viven bajo la amenaza constante y el miedo al ser expulsadas al acudir a poner la denuncia y sin denuncia, no hay acceso a servicios.  

Para mí, este tipo de violencia de género, sigue siendo tan invisible como ellas, no hay suficientes datos estadísticos, para cuando se entiende implícitamente que al trabajar en el servicio doméstico, también te expones a las agresiones sexuales como parte de tu trabajo.   

 

Es cierto, que España cuenta con un portal y una Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Este año además se cuenta con el estudio El acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el ámbito laboral en España, en sus 76 páginas, poco refleja la situación de acoso y agresión que vive la mujer en su ámbito laboral.   

 

Hay que tener en cuenta que hay otras barreras como pueden ser las culturales, idiomáticas y sobre todo los prejuicios sexistas y xenófobos que influyen en el comportamiento hacia estas mujeres. “Existen prejuicios discriminatorios respecto a la nacionalidad, la cultural, la forma de vestir… A las morenas, las caribeñas, en el fondo les gustan que las toquen, las del Este que vienen a quitar maridos, etc. Ni son una cosa ni la otra, pero si sirve como respuesta social para que se considere sus testimonios como falso, se pasen por alto porque “quieren sacar partido”. Al juzgar un acoso o agresión sexual justificas siempre al agresor.  

La precariedad laboral, la falta de redes, el origen étnico, la edad y sobre todo, los factores personales de acceso al empleo, temporalidad y la necesidad. Hace que están mujeres acepten empleos donde no sólo se convierten en robots siendo víctimas de explotación laboral (a ver si tú no te quejarías si en tu trabajo sólo tuvieras dos horas de descanso al día), sino también al acoso sexual.  

A ver si nos queda una cosa clarita también, sino no hay penetración, también hay agresión sexual, si hay tocamientos, lenguaje sexual, masturbaciones, insinuaciones es ¡abuso sexual! En el caso de las mujeres migrantes víctimas de violencia de género, también tienen derecho a un permiso de trabajo y residencia, siempre que su agresor sea declarado culpable. Las víctimas de violencia sexual no tienen este tipo de cobertura porque ¿Quién las cree? ¿Quién protege a quien nos cuida? ¿Seguro que les pasó eso? ¿No hicieron nada para provocarlo? ¡Buaf…es que como es mayor, se le va la pinza!, ¡Tranquila, que de esto se pasa!  

Al final, esto sólo es el opio social para seguir mirando para un lado y continuar quitando capas de protección a aquellas que son quienes nos cuidan.  

 

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