MIGRACIÓN Y APOROFOBIA 

MIGRACIÓN Y APOROFOBIA 

Hace justo una semana, estuve participando en el XIV Congreso Estatal de Trabajo Social y II Congreso Iberoamericano, mi experiencia en Ciudad Real y escuchando la ponencia de Adela Cortina sobre la “ética y deontología como pilares clave para la calidad en la intervención del trabajo social” han inspirado la entrada del blog de esta semana y como la aporofobia influye directamente en nuestra percepción sobre la migración y sus clases migratorias.   

¿Qué es la Aporofobia? 

 

La palabra “aporofobia”se referiera al “rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio”

Es un neologismo acuñado por la filósofa Adela Cortina en 1995

La misma autora identifica que en este término existe una base biológica, ya que dice que los seres humanos somos animales reciprocadores y que por ende sólo estamos dispuestos a dar a otros, siempre y cuando recibamos algo a cambio, no importa la persona que lo esté dando, siempre y cuando recibamos “dar para recibir”  

En realidad cuando hablamos de migración no rechazamos a los americanos, ingleses o italianos, es más ni siquiera rechazamos a las personas de origen chino si son turistas, cantantes o deportistas de fama; los rechazamos si son pobres, inmigrantes, mendigos, indigentes, aunque sean los de la propia familia, los que salen de un eslabón más bajo de nosotros y de los que no obtenemos beneficios (bueno diremos que directos porque la de la migración si se obtienen beneficios y muchos) Este mecanismo ha recibido el nombre de «reciprocidad indirecta» y es la base biocultural de nuestras sociedades contractualistas, tanto políticas como económicas.

Es más, desde nuestra ética profesional, es importante darles nombre a las cosas, porque cuando lo hacemos nos permiten identificarlas, así sabemos a fecha de hoy que España es racista, xenófoba y como el resto del mundo sufre de aporofobia.  

 

Migración y Aporofobia 

 

Lo que se expone con este término es que como ciudadanos estamos dispuestos a cumplir con nuestros deberes si el Estado protege nuestros derechos, si las políticas sociales van acordes con nuestra idea de sistema de protección y sobre todo estamos dispuestos a cumplir nuestros contratos si los demás también lo hacen.  

Cuando hay personas que, por sus circunstancias, como las personas migrantes que parecen que no pueden darnos nada a cambio, entonces las excluimos, no pueden hacer parte del juego de dar y recibir, tenemos  la falsa sensación de que reciben más de lo que dan.

Es una sensación errónea, porque cuando ya no son inmigrantes, sino que son migrantes, refugiados, expatriados, emigrantes ya con esta terminología  no son pobres, ni excluidos, no los vemos, ni sentimos igual.  

 

Hablando de reciprocidades y aporofobia, las personas tenemos una clara tendencia a poner entre paréntesis a los que no interesan (cuantas veces te has fijado en la persona que pide/ duerme o mendiga cerca de tu casa/ semáforo y le has ofrecido un ¡buenos días!, en lugar de un no), que puede reforzarse mediante la cultura o desactivarse (tenemos muchas formas de mirar la migración, pero siempre escogemos verla como aquellas personas que nos invaden), cultivando otras tendencias, como la simpatía o la compasión.  

¡Ah no! Que, con las personas de origen ucraniano, sí que hemos potenciado la simpatía, los corredores humanitarios, la compasión y hasta los permisos de residencia ¿Pero por qué? ¿Cuál era el beneficio? O más bien ¿Qué perderíamos si no lo hacíamos? Queridos lectores, nos quedan 8 semanas de reserva de trigo y la inflación no para de subir,  esto es loque teníamos que perder, no nuestra humanidad, porque no lo hicimos con Siria, Yemen o Pakistán. 

 

¿Cómo se puede combatir la aporofobia? 

 

Poner nombre al rechazo al pobre, a las personas migrantes y a las consecuencias de la migración, no sólo permite visibilizar sino también exponer que la meritocracia no existe, que no tratamos a todas las personas por igual, que tenemos sesgos y prejuicios culturales y que, por ello, como seres sociales debemos de indagar en las causas y sobre todo decidir si estamos de acuerdo en que siga creciendo los discursos de odio o si estamos dispuestos a desactivarla porque nos parece inadmisible. 

La aporofobia es una cuestión de mundial, las personas migrantes, bueno no, los inmigrantes y los refugiados son mal acogidos en todos los países, incluso algunos partidos políticos ganan votos cuando prometen cerrarles las puertas (no hace falta que los mencione verdad).  

Pero no tratamos mal al inversor, al que viene y deja dinero, hace favores y se codea con la elite haciendo que queramos la vida que tiene, es más, facilitamos y les ayudamos a encontrar empleo o inversiones. Por el contrario, abandonamos a aquellos que vienen a trabajar el campo, cuidar de nuestros mayores y ser nuestros repartidores, sin pensar que ellos también hacen parte de un ciclo económico que nos beneficia.  

 

¡Eh! Si lo piensas, tiene bastante sentido

 

El “hoy por ti y mañana por mi” desaparece si eres un inmigrante, negro y llegado en patera, pero si eres un magnate ruso, inglés o italiano, tienes las puertas abiertas de Marbella. Esto, queridos lectores, no es clasismo, va mucho más allá, es la base de la aporofobia, porque también se aplica a las poblaciones las víctimas del terrorismo de proximidad. 

Te recuerdo que cuando miras hacia un lado, no es que seas una cosa u otra, es que decides posicionarte, porque cuando dices que no eres ni una cosa ni otra, pero te quedas indiferente hacia la injusticia social, disculpa, pero no eres menos bueno, no calmas tu conciencia, eres lo que eres. 

Llevo mucho tiempo hablando de cómo se desperdicia el talento migrante porque aún las instituciones no han comenzado a trabajar desde el valor de las personas, educando en la dignidad migratoria y comprendiendo que lo que hoy me hace diferente, mañana puede pasarte a ti y así desde la vida cotidiana, modificando la ley de extranjería y legitimando la salud mental, como con el duelo migratorio haremos que las personas migrantes se sientan igualmente dignos.

Tomando conciencia de que existe y de que no sólo es una cuestión económica, sino el rechazo de los peor situados en cada situación. 

La mejor forma de combartir la Aporofobia

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