
14 Ene Mamá, quiero quedarme en España
Mamá, quiero quedarme en España, es el título del artículo cuya imagen de portada es la misma de este post y sí, soy yo, en su subtitulo indica “Los inmigrantes latinoamericanos que tienen que regresar a su tierra por la crisis encuentran dificultades para convencer a sus hijos de que les sigan”.
Esta publicación salió en el año 2014, en un momento difícil, estábamos saliendo de la crisis económica (o eso se decía), pero es que yo también estaba en un momento muy complicado. Para mí ese artículo es un antes y un después en mi vida personal y profesional. (Si tienes curiosidad, te invito a leerlo😏).
¿Qué es lo que pasa con todos aquellos y aquellas migrantes que llegamos siendo niños y niñas, los que nos llaman de segunda generación?
En él se mencionan 4 historias, la mía y la de otros tres jóvenes que llegamos a España siendo niños/as o adolescentes y que cuando nuestros padres tuvieron que tomar la decisión de retornar, nosotros/as no queríamos. Nos sentíamos tan españoles que, aunque las circunstancias fueran difíciles y complicadas, no queríamos irnos, queríamos luchar, buscábamos nuestra oportunidad…
Pero aquí viene la expresión célebre y que se menciona siempre: “Migrantes de segunda generación”. Eso, querido/a lector es una especie de conglomerado, aglutinado en un cajón desastre, pero totalmente invisible para la sociedad y si somos invisibles
¿Cómo no vamos a ser “de segunda”?
Lo cómico de la cuestión es que, para mí, no lo somos, somos migrantes de primera, la diferencia es que no elegimos migrar, lo hicieron por nosotros, somos todas y todos aquellos niños que llegamos superados los 6-7 años de nuestro lugar de origen, que ya teníamos recuerdos y lazos fuertes establecidos y que un día para otro empezamos de nuevo, si perdona, empezamos de nuevo, no solo a un país, sino a una cultura, moneda, lenguaje, climatología…etc.
¡Vaya! Que nos encontramos con todo aquello a lo que también se enfrenta un migrante adulto, pero con una singularidad, nosotros no trabajábamos, pero fuimos al colegio.
¡Oh! El colegio, esta institución rígida y sistemática que no está hecha para aquellos que salen de “lo normal”, para el extranjero, para el diferente (pero este tema es tan amplio que merece un post completo 🤔)
Hilando con “la segunda generación” y con los jóvenes que quieren quedarse en España
Según el último informe de consejo económico y social sobre la migración en España: Efectos y Oportunidades, somos el mayor valor de la migración a escala planetaria, somos como el plus del PIB (estas palabras las dije el otro día hablando con un amigo sobre este tema). Y no somos los migrantes que vienen a quitar el trabajo, construimos más de lo que…»quitamos», nos hemos educado aquí, compartimos la cultura de aquí y lo más importante, nos queremos quedar aquí porque valoramos España, con todo aquello que solo se ve cuando viajas, cuando comparas y cuando comprendes el sentido de “calidad de vida”.
Las empresas y la sociedad en general, no ven el potencial y el talento que tenemos, desarrollamos mucho más pequeños habilidades sociales de adaptación, de aculturación, de relación y con suerte de inteligencia emocional mucho antes que los jóvenes de nuestra edad, pero por el contrario, lo que hace la sociedad es victimizarnos y generar directrices discriminatorias para establecer las líneas de poder…
A ver, quizás esto es un poco radical, pero lo que si es cierto es que ante el extranjero, nos posicionamos en un eslabón de superioridad, no de igualdad, no es enséñame que yo te enseño, es algo más como, si te quieres quedar, tienes que aprender esto o nada.
Si se mira desde los lugares emisores de migración, tampoco es que existan programas de recuperación de capital humano, recuperar a esas generaciones perdidas y evitar “la fuga de cerebros”.
No hay ninguna política social que sea de recuperación, es más parece ser que solo importa él envió de las remesas, los convenios bilaterales, pero no recuperar el conocimiento de aquel que ya ha tenido que adaptarse a otro lugar, que se ha reconstruido y sobre todo que se ha formado en otra parte otorgándole un capital social incalculable.
En el informe que comentaba anteriormente indica que, en el año 2005, un 57% de los extranjeros en edad laboral llevaba menos de cinco años de residencia en España y otro 27% cinco y nueve años; en 2018 la distribución por años de residencia está más repartida, pero la mayoría se sitúa en periodos de residencia de diez o más años, con un 58% del total entre diez y diecinueve años.
Una cifra muy atractiva para aquellos que manejan los discursos racistas y xenofóbicos sobre la situación de la población migrante joven en situación administrativa irregular (Dejo abierto el espacio para vuestra reflexión, si ya sabemos que no es oro todo lo que reluce, pero ahí están las cifras de todas aquellas personas quienes nos brindaron la cobertura de servicios mínimos en los tiempos de pandemia😉).
Nosotros, los de #segundageneración, cada vez contamos con un mayor volumen y peso en el mercado laboral y además se refleja en la reciente heterogeneidad de otras circunstancias personales (orígenes, grado de cualificación…) con impacto en su situación laboral.
Esta última y cito textualmente como esta en el informe “probablemente no solo como reflejo del cambio en la composición de los flujos migratorios más recientes, sino por la propia evolución de quienes llevan ya un periodo muy largo de residencia en España y, sobre todo, por el impacto de la segunda generación”
El rapero español “El Chojin” dijo: “No señor, el problema no es la inmigración, es la educación, ser distinto no es ser inferior.” Y por nuestra educación, nosotros los de segunda generación y no de primera, seguimos invisibles.
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